Cuando el cliente no es tu cliente.

Admitilo. Te pasó. Hubo una vez en la que, aunque tenías las mejores intenciones, quisiste despedir a un cliente. 

Ahora, esto puede parecer un poco contradictorio. ¿No se supone que tenemos que tener muchos clientes para poder tener un negocio próspero? A lo mejor sí,  pero eso no significa que todo el mundo sea un cliente potencial ni que tengas que atender a cualquiera que te llame. A veces el cliente y vos no hacen una buena pareja y estas son tres de las razones por las que esto puede suceder:

Escenario 1: El cliente necesita un servicio que no es algo en lo que te especialices. Sin embargo, aceptás el proyecto, aprendés todo lo que tenés a tu alcance, hacés tu mejor esfuerzo pero aún así no parecés estar haciéndolo bien (al menos desde la perspectiva del cliente).

Escenario 2: El cliente te trata como si fueras su empleada y no una colaboradora o una proveedora de servicios. Así que, en lugar de tener un diálogo con vos para conocer tus sugerencias, te dice cómo hacer tu trabajo. 

Escenario 3: El cliente te pide constantemente que cambies los términos de tu contrato o las tarifas con las que todos tus otros clientes están de acuerdo sin pestañear. 

¿Qué hacer en estos casos? Tené presente que no que sean malas personas, simplemente puede ser que no sean tus clientes. Ahora bien, antes de despedirte de ellos, podés probar lo siguiente:

En el Escenario 1, te sugiero que admitas que no vas a poder ayudar al cliente con ese proyecto en particular y si conocés a alguien que sí lo haga, podés recomendarlo. El cliente va a agradecer tu honestidad y quizás te llame para otros proyectos.

En un caso como el del Escenario 2 podés intentar generar una conversación en lugar de recibir órdenes. Dejá en claro que sos una experta en tu campo y que sabés de lo que estás hablando. Si el cliente sigue negándose a escuchar, puede ser el momento de dejarlo ir.

Si estás experimentando una situación similar a la del Escenario 3, puedo proponerte que descubras por qué el cliente te pide que bajes tus tarifas. Si están experimentando una dificultad puntual tal vez puedas adaptar tus términos de modo que sean convenientes para ambas partes. Ahora bien, si sólo quiere pagar menos, yo diría que no valoran lo que ofrecés, así que puede ser que no formen parte de tu público objetivo.

Agradecemos la posibilidad de trabajar con nuevos clientes. Pero tenemos que ser justas con ellos y con nosotras mismas. Si sentimos que hay señales de advertencia, tal vez lo mejor es hacerles saber que sería mejor que trabajen con otra persona. Puede resultar un poco frustrante, pero también significa que podemos centrarnos en atraer el tipo de clientes al que queremos ayudar.

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