Uno de los elementos de la estrategia de tu marca es la propuesta de valor. Esta propuesta de valor es la que hace que tu marca se vincule y se conecte con tu público objetivo satisfaciendo una necesidad o deseo de tu público. Es una manera de hacerles saber a tus potenciales clientes que se van a beneficiar si compran tu producto o servicio.
Ahora bien, decirle a tus potenciales clientes que se van a beneficiar con aquello que vendés no es suficiente sino que tenés que cumplir con aquello que estás prometiendo (eso es lo que tienen las promesas). En caso de romper o no cumplir con esa promesa alguien se va a sentir desilusionado. Y, en este caso, ese “alguien” es tu cliente. Una vez que alguien se decepciona por un producto o servicio ¿cuántas oportunidades más creés que le va a dar a esa marca? ¿Cuántas oportunidades más le darías vos a una marca que no cumplió con tus expectativas? Lo cierto es que, aún cuando vuelvan a comprarte, lo más probable es que sean cada vez más escépticos y eso significa que vas a tener que esforzarte cada vez más en ganar su lealtad.
¿Qué hacer? Lo mejor sería construir una promesa de marca coherente y que se pueda cumplir. Repasá tu misión, visión y valores, tené en cuenta la realidad del producto o servicio que ofrecés y qué es lo que este producto puede cumplir en términos de expectativas. Por ejemplo: si ofrecés productos hechos a mano quizás no sea demasiado coherente prometer las últimas tendencias en innovación.
Una vez creada la promesa de tu marca, asegurate de que el cumplimiento de esa promesa esté presente en la experiencia del cliente. Ya sea que tu marca satisfaga una necesidad o un deseo, el hecho de que cumpla lo que promete va a hace que resulte más fácil lograr la lealtad de tus clientes.